Un método para volver a encender, a distancia, una vela que acaba de apagarse, usando el humo que sale de la mecha.

En este experimento, aprenderemos cómo usar el humo de la mecha de una vela apagada para volver a encenderla. ¡Este experimento requiere la supervisión de un adulto!

Lo que necesitas

  • Una vela
  • Un soporte para la vela
  • Un encendedor de cuello largo o fósforos largos (cerillas)

Procedimiento

Mira el video para ver cómo realizar este experimento:

 

Explicación

Las velas están hechas de cera, con una mecha en el centro. La cera es el principal “material combustible” de la vela es lo que arde y alimenta el fuego. La mecha también es combustible, pero contribuye mucho menos que la cera a la combustión de la vela. No obstante, sin la mecha, usando solamente la cera, te resultaría realmente difícil o incluso imposible encender la vela porque la cera es combustible pero no es inflamable. En cambio, la mecha, además de combustible es inflamable, prende la llama.

Hemos realizado otros experimentos con materiales combustibles, pero no inflamables en ciertas situaciones: un clavo de hierro o acero, por ejemplo, no es inflamable, pero si lo conviertes en hilos finos como la lana de acero, es inflamable. La harina de maíz y el almidón de maíz (maicena) no es inflamable cuando forman una pila, pero si soplas encima para crear una nube, se prenden como un lanzallamas.

Lo mismo ocurre con la cera. No arde cuando es una masa sólida, pero el uso de una mecha prendida que la derrite (convirtiéndola en líquido: mira la cera debajo de la llama) y luego la evapora (al transformarla en gas alrededor de la mecha impregnada de cera), la convierte en inflamable.

El motivo de todos estos fenómenos tiene que ver con el acceso al oxígeno. Para que el fuego arda, se requieren tres elementos al mismo tiempo, denominados el “triángulo de fuego”: material combustible, material oxigenante (en general el oxígeno, abundante en el aire) y calor. Si tenemos los tres componentes, tendremos fuego, pero si falta alguno de ellos, no habrá fuego.

En el aire, como hemos mencionado, hay oxígeno en abundancia, pero cuando tienes una masa sólida de cera, el oxígeno no se mezcla con la cera y no reacciona con ella. Solo el oxígeno que está en contacto con la superficie de la cera puede contribuir a la reacción química de la combustión, y eso no es suficiente. Lo mismo sucede con la harina y el acero. Solo al soplar la harina para formar una nube o al convertir el acero en hilos finos de lana o al quemar la cera para transformarla en gas, podrá el oxígeno reaccionar en mayor medida con estos materiales y alimentar un fuego. El oxígeno, que ya no está limitado a la capa superior del material, puede rodear cada grano de harina, cada hilo de lana de acero o cada partícula de cera vaporizada. Cuando los materiales están adecuadamente distribuidos en el aire, lo único que necesitas es un poco de calor (de una fuente externa) para prender un fuego que se autoalimenta, ya que se proporciona a sí mismo calor para seguir ardiendo.

En este experimento, apagamos la vela y vimos que, en los primeros segundos después de apagarla, salió humo blanco de la vela. Eso sucede porque, en esos primeros segundos, la mecha y la cera siguen estando muy calientes, y la mecha desprende una estela de vapor de cera caliente. A medida que sube, el vapor se enfría, cambia de estado y se solidifica, formando una ‘nube’ de pequeñas partículas blancas de cera que flotan en el aire, procedentes de la cera en estado gaseoso al enfriarse.

En este estado, tenemos un material combustible (la cera) bien mezclado con el oxígeno. La cera ya no es una masa sólida sino pequeñas partículas rodeadas de abundante oxígeno por todas partes, una nube de cera similar a la nube de harina. Apenas acercamos calor a esta nube con la ayuda de otra vela o de un encendedor, se prende y arde a lo largo de la nube hasta llegar a la mecha para volver a encenderla.

Este no es un experimento fácil de realizar, porque el vapor de cera se desprende solamente durante unos pocos segundos después de apagar la vela. Además, deberás llevar a cabo el experimento lejos del viento o de las corrientes, para que no se disperse la nube: necesitarás una estela ininterrumpida de humo blanco que llegue a la mecha. Y, desde luego, como con cualquier experimento con fuego, debes tener muchísimo cuidado y realizarlo solamente bajo la supervisión de un adulto.