Las fotos de equipos médicos y de ciudadanos con sus rostros ocultos por máscaras se han convertido en la marca registrada de epidemias y brotes. Pero, ¿contribuye realmente el uso de mascarillas a proteger contra las enfermedades?
Los patógenos aerotransportados como la gripe, el SARS y el nuevo coronavirus que apareció en China en diciembre de 2019 son responsables de brotes de enfermedades y epidemias mundiales, o pandemias.
La transmisión e infección entre humanos con virus aerotransportados puede ocurrir a través del contacto cercano con gotitas: cuando una persona infectada habla, tose o estornuda, su sistema respiratorio emite gotitas que transportan el patógeno. Las microgotas que se crean son de aproximadamente 5 micras o micrones (0,005 milímetros), son pesadas y no se transportan fácilmente por el aire. Cuando estas gotas entran en el tejido mucoso expuesto de otra persona, como el de la nariz, la boca o los ojos, es probable que la infecten. La transmisión también puede ocurrir indirectamente, al tocar superficies sobre las que están depositadas estas microgotas.
La transmisión entre humanos también puede ocurrir a grandes distancias. Las gotas contienen virus, agua, sales y saliva. Cuando el agua se evapora, las gotas se convierten en pequeñas partículas llamadas aerosoles, que tienen un tamaño inferior a 5 micras. El aerosol que contiene un patógeno también se denomina núcleo de gotitas. Estas partículas se transportan fácilmente por el aire a una distancia de varios metros, y también pueden permanecer suspendidas en el aire durante varias horas.
Para prevenir la transmisión e infección por agentes patógenos aerotransportados, se deben tomar precauciones que incluyan higiene personal, especialmente el lavado minucioso de manos, toser y estornudar en el pliegue del codo o en un pañuelo, y evitar acercarse a personas enfermas.
Se necesita orientación para ajustar correctamente la máscara a la cara y para quitarla. Una enfermera usando una máscara N95. Foto: Shutterstock
La máscara correcta
Aunque el uso de mascarillas faciales o barbijos no es parte de la orientación oficial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el público en general, algunas de las guías recomiendan mascarillas para el personal médico, para quienes hayan contraído la enfermedad y para sus familias. Existen diferentes tipos de mascarillas; las principales son las mascarillas quirúrgicas y las mascarillas de protección respiratoria.
Las mascarillas quirúrgicas cubren la boca y la nariz y son efectivas principalmente para detener las gotas grandes, pero no filtran el aerosol. Además, las mascarillas quirúrgicas no ofrecen protección total ya que no se ajustan bien a la cara.
En contraste, las mascarillas de protección respiratoria se ajustan alrededor de la boca y la nariz e incluyen un filtro que detiene el paso de partículas definidas. Una máscara N95, por ejemplo, detiene el 95% de todas las partículas mayores a 0,1-0,3 micras. Sin embargo, el uso de mascarillas de protección respiratoria requiere capacitación sobre cómo ajustarlas a la cara y cómo quitarlas de manera segura para limitar que se filtre aire externo de alrededor de la cara. Por lo tanto, es menos efectiva en hombres con barba.
Leyenda: Algunas investigaciones no encontraron diferencias entre los tipos de mascarillas y sus niveles de protección contra la infección. Una mascarilla quirúrgica. Foto: Shutterstock
Protección parcial
Si bien las mascarillas pueden reducir la propagación y el contagio de patógenos a través del aire, no brindan protección total. La mayoría de los estudios concluyeron que las mascarillas N95 filtran más del 95% de todas las partículas en aerosol. Sin embargo, solo proporcionan una protección de 60-95 contra la infección viral en condiciones de laboratorio.
Algunos estudios hallaron que las mascarillas N95 son más efectivas que las mascarillas quirúrgicas para prevenir el contagio. Sin embargo, otros descubrieron que no había una diferencia significativa en los porcentajes de protección de los distintos tipos.
También es posible que la protección que brindan se deba, al menos en parte, a una influencia indirecta que tienen sobre nosotros. Un pequeño estudio australiano encontró que nos tocamos el rostro en promedio 23 veces por hora, la mitad de las veces en la boca, nariz u ojos. Es posible que el uso de mascarillas evite que los usuarios toquen la mucosa de la boca y la nariz y, por lo tanto, que reduzca la propagación de las microgotas.
En cualquier caso, aún queda por examinar si algún tipo de máscara impide el contagio con el nuevo coronavirus. Y aunque se determinara que ofrece alguna protección, sigue siendo importante mantener la higiene personal para reducir las tasas de infección y la propagación de todo tipo de virus y otros patógenos.